Origen y Evolución del Hombre



















INTRODUCCIÓN
            Nos damos cuenta de que a nuestro alrededor todo cambia, incluso nosotros mismos no escapamos a esta realidad. Aunque no nos demos cuenta cada día hay pequeñas variaciones en las bacterias, en los virus, mutaciones a nivel genético, que los hacen distintos de ayer.
            Otrora cuando una persona presentaba síntomas de gripe acudía a una farmacia para comprar algún antibiótico, recomendado por la tía, por el amigo, etc. Pero resulta que cada vez uno tenía que comprar un medicamento más fuerte para obtener los resultados pasados. El motivo es que el virus de la gripe había presentado resistencia al medicamento, es decir, se había adaptado a un nuevo ambiente, había evolucionado.
            Por tal motivo en México, el pasado 27 de mayo de 2010 en el diario oficial de la federación se publicó la disposición por la cual sólo se podría adquirir antibióticos con receta medica. La razón es que al no seguir un tratamiento médico regulado podríamos, jugar al alquimista, y producir nuevos virus, más resistentes y feroces. Una muestra de ello fue el famoso virus H1N1.
            En el presente trabajo el lector encontrara, de manera sucinta, el desarrollo histórico de la investigación en materia de Evolución. En la primera parte se aborda el tema del origen del universo y de la vida en la tierra, para tener una visión general de los resultados que los investigadores han obtenido en sus diversas etapas.
            Lo anterior es una magnifica introducción para continuar con el tema sobre el Origen y Evolución del hombre, en el segundo apartado. Se recorrerán los antecedentes, la evidencia fósil y la investigación sobre el llamado ‘reloj genético’. Unas cuantas líneas sobre el estado actual de la investigación y cómo novedad, presentamos la ‘Evolución social del hombre’ vista por los científicos de las ciencias fácticas.
            Pero en tema de la Evolución no se agota ahí, a lo largo de la historia ha recorrido muchas líneas de investigación. Marcadas no sólo por la evidencia de los hechos, sino también por algunas ideas más de corte filosófico. En el tercer apartado, el venerable lector, encontrará un breve desarrollo por las principales líneas evolutivas.
            Una advertencia, estimado lector, en el presente trabajo no encontraras el aporte de la reflexión teológica al tema en cuestión. La intención de las presentes líneas es tan sólo presentar el estado de la investigación desde la visión de las ciencias naturales; de la manera más objetiva posible. Creemos que es un paso necesario y buen ejercicio para aquellos que, con mentes más lucidas, quieran desarrollar su investigación y reflexión teológica con los menores pre-condicionamientos o prejuicios sobre la materia.
            La teología debe hoy abordar con pasión y sesudamente el tema de la evolución, ha sido invitada al debate y no se debe eludir el tema. Pues finalmente lo que esta en cuestión es la realidad del mundo, el presente y el futuro del hombre. 


I. ORIGEN DEL UNIVERSO[1]


           Se comienza el desarrollo del tema con la siguiente pregunta ¿Es posible remontarse al origen del universo y conocer cómo sucedió todo?
Para dar respuesta a esta cuestión, el camino recorrido ha sido diverso, veamos lo siguiente:
·        Albert Einstein formuló las primeras teorías serias sobre el universo en su conjunto, entre 1915 y 1917, junto con su teoría de la «relatividad general». En 1922 el matemático ruso A. Friedman las corrigió, adaptándolas al modelo de un universo que está en expansión. Se trata, desde luego, de teorías físico-matemáticas bastante complicadas.
·        En 1927, el sacerdote y astrónomo belga Georges Lemaître propuso la hipótesis del «átomo primitivo». En un tiempo cero, toda la materia y la energía del universo habrían estado comprimidas en un volumen muy pequeño si se compara con el tamaño actual de las galaxias y del universo. A enorme temperatura, se produjo la «Gran Explosión», y a partir de ahí habrían sucedido violentos fenómenos físicos que provocarían una expansión cada vez mayor del universo. Los choques y un cierto desorden hicieron que la materia se agrupara y se concentrase más en algunos lugares del espacio, y se formaron las primeras estrellas y las primeras galaxias. Había nacido la teoría del Big Bang,. Esta teoría sobre el origen del Universo se basa en observaciones rigurosas y es matemáticamente correcta desde un instante después de la explosión, pero no tiene una explicación para el momento cero del origen del Universo, llamado «singularidad».
·        Por su parte, en 1929, el americano Edwib Hubble descubrió que el universo está en expansión, que las galaxias se alejan unas de otras con velocidades proporcionales a su separación mutua. De este comportamiento, extendiéndolo hacia el pasado, se deducía la famosa cosmología del Big Bang. Con ella se afirmaba la existencia de un origen cósmico (hace unos quince millones años), un instante en el que el universo que ahora se conoce parece haber surgido a partir de una singularidad, es decir, de energía y densidad infinita. La teoría recibió un sólido respaldo con el descubrimiento de la radiación cósmica de fondo. Este ruido –ondas de radio «enfriadas»– llena el universo entero. La manera más sencilla de entenderlo consiste en representárselo como una especie de fósil cósmico, un susurro que, en forma de eco devuelto, nos llega de una época en que el universo tenía alrededor de medio millón de años y ya se había enfriado lo suficiente para que la radiación y la materia pudieran desacoplarse una de otra[2]
·        Estas teorías fueron desarrolladas por varios físicos, sin embargo, la situación cambió radicalmente cuando en la primavera del año de 1964 dos norteamericanos, Arno Penzias y Rober Wilson, detectaron un «fósil» del universo primitivo: una radiación uniforme que coincidía con las previsiones teóricas. Estando en New Jersey, midiendo radiaciones astronómicas con una antena de radio que la Bell Telephone había fabricado para la comunicación con satélites, que estaba comenzando en aquellos años. En sus experimentos encontraron un ruido de fondo que les intrigó, pues no conseguían eliminarlo y su origen era desconocido. Posteriormente en contacto con varios físicos de la Universidad de Princeton que estudiaban una teoría, formulada ya antes de 1930, según la cual el universo actual procedería de una primitiva «Gran Explosión» (el Big Bang), que habría tenido lugar hace unos quince mil millones de años. Dicha teoría afirmaba que, como consecuencia de los procesos físicos primitivos, se produjo una radiación uniforme por todo el universo, que podría detectarse hoy día, y predecía las características de esa radiación. Su tipo y magnitud coincidían con la detectada por Penzias y Wilson.
Esa radiación sería un residuo de los violentos acontecimientos registrados en el primer millón de años del Universo, cuando la temperatura se fue enfriando desde muchos miles de millones de grados a unos pocos miles. Un verdadero fósil físico del universo primitivo. Encontrar esa radiación, descubierta por puro cálculo intelectual, fue para el mundo físico una confirmación casi absoluta de la teoría del Big Bang. Se trataba de lo que los epistemólogos llaman un experimento crucial. Es cierto que desde entonces no ha dejado de haber algunos físicos que sostienen otras hipótesis, pero la de la gran explosión se convirtió en la aceptada oficialmente por la comunidad científica astrofísica. Y de paso Penzias y Wilson, obtuvieron por ello, años más tarde, el Premio Nobel de física en 1978.
·        La teoría del Big Bang y la inflacionaria, del físico y cosmólogo estadunidense Alan Harvey Guth, se complementan. En la formulación original de la teoría del Big Bang quedaban varios problemas sin resolver. El estado de la materia en la época de la explosión era tal que no se podían aplicar las leyes físicas normales. El grado de uniformidad observado en el Universo también era difícil de explicar porque, de acuerdo con esta teoría, el Universo se habría expandido con demasiada rapidez para desarrollar esta uniformidad.
Según la teoría del Big Bang, la expansión del universo pierde velocidad, mientras que la teoría inflacionaria lo acelera e induce el distanciamiento, cada vez más rápido, de unos objetos de otros. Esta velocidad de separación llega a ser superior a la velocidad de la luz, sin violar la teoría de la relatividad, que prohíbe que cualquier cuerpo de masa finita se mueva más rápido que la luz. Lo que sucede es que el espacio alrededor de los objetos se expande más rápido que la luz, mientras los cuerpos permanecen en reposo en relación con él.
A esta extraordinaria velocidad de expansión inicial se le atribuye la uniformidad del universo visible, las partes que lo constituían estaban tan cerca unas de otras, que tenían una densidad y temperatura comunes.
En 1981, Guth sugirió que el universo caliente, en un estadio intermedio, podría expandirse exponencialmente. Esta idea postulaba que este proceso de inflación se desarrollaba mientras el universo primordial se encontraba en el estado de superenfriamiento inestable. Este estado superenfriado es común en las transiciones de fase; por ejemplo en condiciones adecuadas el agua se mantiene líquida por debajo de cero grados. Por supuesto, el agua superenfriada termina congelándose; este suceso ocurre al final del período inflacionario[3]
El Big Bang y la composición del Universo
            Según el modelo de la gran explosión, la evolución del universo ha pasado por tres fases, a saber: i) El universo muy primigenio, que sigue siendo comprendido pobremente, fue la fracción de segundo que el universo estaba tan caliente que las partículas tenían una energía tan alta que estas sólo son accesibles en la Tierra con un acelerador de partículas. Por tanto, mientras las características básicas de esta época han sido resueltas en la teoría del Big Bang, los detalles están ampliamente basados en conjeturas de culto; ii) Siguiendo a esto, en el Universo primigenio, la evolución del Universo procedió de acuerdo a la conocida física de alta energía. Fue entonces cuando se formaron los primeros protones, neutrones y electrones, después los núcleos y finalmente los átomos. Con la formación de hidrógeno neutro, se emitió el fondo cósmico de microondas; y iii) Finalmente, la época de las formaciones estructurales comenzó, cuando la materia empezó a agregarse en las primeras estrellas y quásar y por último se formaron las galaxias, las agrupaciones galácticas y los supercúmulos.
            Es así como esta teoría explica el origen del Universo, siendo la más aceptada por la comunidad científica. En la actualidad, en Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, a través del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) intenta reproducir el primer instante del Universo, el Big Bang.

Puedes consultar nuestra lista de videos que se enceuntra al final, en el Anexo I

ORIGEN DE LA VIDA
Generación espontánea y vitalismo[4]
            Para los primeros recolectores de frutos, para los cazadores y los agricultores primitivos, era una experiencia común observar cómo los animales podían engendrar descendencia semejante a los progenitores, o cómo de las semillas surgían nuevas plantas; pero también observaron que la vida parecía surgir constantemente, en forma repentina, a orillas de ríos y lagos, en los restos de plantas y animales, en los graneros u otros lugares donde almacenaban sus alimentos y aun en las heridas de los mismos hombres.
            De estas observaciones surgió la idea de la generación espontánea, que habría de resultar una explicación útil, no sólo para comprender un fenómeno que era observado cotidianamente, sino que incorporado a los sistemas religiosos, se convirtió en el instrumento de la vida en la Tierra que utilizó la multitud de dioses de las mitologías de todos los tiempos.
            Las teorías de la generación espontánea fueron desarrolladas por los griegos. Se identifican principalmente dos corrientes: los materialistas y los idealistas. Los primeros –Tales de Mileto, Anaximandro, Jenófanes y Demócrito– aceptaron la idea de la generación espontánea; la plantearon como el resultado de la interacción de la materia no viva con fuerzas naturales como el calor del Sol, y la utilizaron para explicar así el origen de todos los seres vivos. En los segundos, se encuentra el filósofo Platón, quien predicaría en Atenas un sistema filosófico de carácter idealista con el que pretendería encadenar al hombre y a la naturaleza misma a un mundo supernatural regido por los dioses. Pero es su discípulo, Aristóteles de Estagira, el que habrá de convertirse en una influencia importante en el desarrollo posterior de la ciencia. Aristóteles postuló, al igual que los que le habían precedido, un origen espontáneo, pero para él, este proceso era el resultado de la interacción de la materia inerte con lo que él llamo entelequia, y que no era sino una fuerza supernatural capaz de dar vida a lo que no la tenía.
            La Iglesia cristiana aceptó la idea de la generación espontánea, para ella, el concepto de entelequia pasó a ser equivalente al del alma. Dicha aceptación la ligó a la mitología bíblica, de tal manera que se formalizó así el concepto del vitalismo según el cual, para que la vida surgiera, era necesaria la presencia de una fuerza vital o de un soplo divino, o de un espíritu capaz de animar la materia inerte.
Redi y Spallanzani contra los vitalistas[5]
           Francisco Redi, un médico toscano, asesta en 1668 los primeros golpes experimentales a la teoría de la generación espontánea. Preocupado por el origen de los gusanos que infestaban la carne, logró demostrar que éstos o eran sino larvas que provenían de los huevecillos depositados por las moscas en la misma carne. Redi nunca generalizó sus conclusiones, y no objetó en su totalidad la teoría de la generación espontánea, ya que la siguió aceptando como la explicación del origen de otros insectos y de los gusanos intestinales.
            En Inglaterra, Needham intentó demostrar la existencia de una fuerza vital mediante cientos de experimentos, en los cuales llenaba botellas con caldos nutritivos, los hervía durante dos minutos aproximadamente, y luego los sellaba. Inevitablemente, y a pesar de todas sus precauciones, los caldos se infestaban de microorganismos. Needham concluyó que la generación espontánea de microorganismos era el resultado obligado de la materia orgánica en descomposición, al ser animada por una fuerza vital.
            Pero, en Italia, Lazzaro Spallanzani no aceptó las conclusiones de Needham. Convencido de que los resultados que éste había obtenido eran provocados por una esterilización insuficiente, repitió los experimentos hirviendo sus medios de cultivo durante lapsos mayores, y en ningún caso aparecieron microbios en ellos. Esto lo llevó a concluir que los organismos encontrados por Needham procedían del aire que penetraba a través del corcho.
Pasteur y la generación espontánea

            Luis Pasteur había trabajado desde antes de 1862 en los problemas de la acidificación de la leche, de la fermentación del jugo de uva y de la transformación del vino en vinagre. Esta experiencia le permitió diseñar una serie de experimentos sencillos y elegantes que acabaron por negar por completo la idea de la generación espontánea.
            Lo primero que hizo Pasteur fue demostrar que en el aire había gran cantidad de microorganismo. Para ello, filtró aire a través de algodón, que luego disolvió, y pudo así observar en el residuo sólido que obtenía una gran cantidad de mricoorganismos. Demostró también que cuando el aire se calentaba suficientemente y se hacía pasar luego a través de una solución nutritiva esterilizada, no se desarrollaban, en esta última, microorganismos.
            Diseñó entonces sus famosos matraces de cuello de cisne, en los que colocó soluciones nutritivas que hirvió hasta esterilizarla. Al enfriarse las soluciones, el aire volvía a entrar en el matraz, pero los microorganismos o esporas quedaban atrapados en el cuello del matraz sin entrar en contacto con el caldo nutritivo, que permanecía inalterado. Cuando este cuello se rompía, el líquido rápidamente se descomponía, mostrando así que el hervor no lo había dañado. Y como el aire había estado siempre en contacto con la solución, los vitalistas no podían alegar que éste también se hubiese estropeado. De esta manera quedó comprobada por el célebre científico la falsedad de la teoría de la generación espontánea.
Mecanicismo y Panspermia[6]
            Los científicos pertenecientes a las escuelas mecanicistas proponían que en el pasado había surgido, gracias a un feliz accidente, una «molécula viviente». Tal «molécula viviente», postulaban, fue capaz de reproducirse y convertirse así en el ascendente común de todos los seres vivos. Pero una hipótesis que depende tanto del azar no es comprobable experimentalmente, y se enfrentó sin éxito a las conclusiones de los experimentos de REdi, de Spallanzani y de Pasteur.
            El químico sueco Svante August Arrhenius en 1908 propuso lo que él llamó la teoría de la panspermia. De acuerdo con ésta, la vida habría surgido en la Tierra desarrollándose a partir de una espora o una bacteria que llegó del espacio exterior, y que a su vez se habría desprendido de un planeta en el que hubiese vida. A la teoría de la panspermia, sin embargo, era fácil oponer dos argumentos: por una parte, las condiciones del medio interestelar son poco favorables para la supervivencia de cualquier forma de vida, incluyendo las esporas y, por otro lado, Arrhenius no solucionaba el problema del origen de la vida ya que no explicaba cómo se podría haber originado es ese otro planeta hipotético del cual se habría desprendido la espora o la bacteria.
La teoría de Oparin-Haldane[7]
            En 1921, Alexander I. Oparinun, joven bioquímico soviético, presentó ante la sociedad Botánica de Moscú un breve trabajo en el que concluía que los primeros compuestos orgánicos se habían formado abióticamente sobre la superficie del planeta, previamente a la aparición de los seres vivos, y qué éstos se habían desarrollado a partir de sustancias orgánicas que les precedieron.
            En su obra, intitulada, El origen de la vida (1924), sugirió que recién formada la Tierra, cuando aún no había aparecido sobre ella los primeros organismos, la atmósfera era muy diferente a la actual. De acuerdo con Oparin, está atmósfera primitiva no contenía oxígeno libre, sino que tenía un fuerte carácter reductor debido a la presencia de hidrógeno y de compuestos como el metano (CH4) y el amoniaco (NH3). Estos compuestos, continuaba Oparin, habrían reaccionado entre sí gracias a la energía de la radiación solar, de la actividad eléctrica de la atmósfera y de las fuentes de calor como los volcanes, y habían dado como resultado la formación de compuestos orgánicos de alto peso molecular los que, disueltos en los océanos primitivos, habrían de dar origen a su vez a los primeros seres vivos.
            Cuatro años más tarde, después de la aparición de este primer libro de Oparin, un biólogo inglés, John B.S. Haldane, publicaría un artículo relativamente corto, también titulado El origen de la vida, en el que propondría, en forma independiente, una alternativa extraordinariamente parecida a la hipótesis de Oparin. De acuerdo con el trabajo de Haldane de 1928, la Tierra había tenido originalmente una atmósfera fromada por dióxido de carbono (CO2), amoniaco (NH3) y agua (H2O), pero carente de oxígeno libre. Al interaccionar la radiación ultravioleta de origen solar con esta atmósfera, se había formado gran cantidad de compuestos orgánicos, entre los cuales estaban presentes azúcares y aminoácidos necesarios para la aparición de las proteínas. Haldane proseguía diciendo que estos y otros compuestos orgánicos se habían ido acumulando lentamente en los mares primitivos, formando la llamada «sopa primigenia», de donde habían surgido a su vez los primeros organismos.
Stanley L. Miller[8]
            El estadunidense Miller en 1953, trabajando bajo la dirección de Harold C. Urey, demostró que era posible simular en el laboratorio la atmósfera primitiva de la Tierra y repetir los procesos de formación abiótica de moléculas orgánicas entre las cuales destacaban los aminoácidos. Se empezaron a acumular así, en forma sistemática, evidencias que ubicaban el origen de la vida en la Tierra dentro del marco de evolución del universo mismo, dando respuestas cada vez más completas a las preguntas sobre el origen de las moléculas fundamentales para los seres vivos, sobre su evolución pasada, presente y futura y aun sobre la naturaleza de la vida misma.
La Tierra primitiva[9]
            La Tierra se formó, junto con el resto del Sistema Solar, de una nube densa de material interestelar que contenía una gran de compuestos orgánicos, es poco probable que estas moléculas hayan podido sobrevivir a las altas temperaturas que se generaron en las partes internas de la nebulosa solar durante su colapso.
            Una vez que la Tierra se había condensado, su superficie se encontró expuesta a un intenso viento solar, al choque de meteoritos y grandes trozos de material que se seguían condensando, y al decaimiento radioactivo de elementos como el torio y el uranio. Todos estos procesos provocaron que su temperatura superficial se elevara considerablemente y, seguramente, que grandes extensiones de ella se encontraran fundidas, lo cual provocó que el fierro y el níquel en estado líquido se desplazaran hacia el interior de la Tierra formando su núcleo. Pero, al mismo tiempo, estas altas temperaturas hicieron que se evaporase rápidamente la primera atmósfera que había tenido la Tierra. Esta atmósfera primitiva, cuyos componentes no eran sino los elementos y compuestos gaseosos presentes en la nebulosa solar, sobre todo hidrógeno y helio, fue también disipada por el flujo de partículas que arrojaba el Sol durante esta etapa de su evolución. Es probable que durante algún tiempo la Tierra circulase alrededor del Sol como un planeta carente de atmósfera.
            Pero esta situación habría de durar poco tiempo; grandes cantidades de gases provenientes de fisuras en la superficie y de los primeros volcanes, fueron exhaladas del interior de la Tierra. Estos gases, cuyo contenido se puede estudiar analizando la erupciones volcánicas contemporáneas, contenían sobre todo vapor de agua, nitrógeno y dióxido de carbono.
            El resultado de estos procesos de degasamiento interno de la Tierra fue la rápida formación de la llamada atmósfera secundaria, en la que muy pronto se formaron compuestos como el metano (CH4), el amoniaco (NH3), el ácido cianhídrico (HCN) y otros más, bajo la acción de algunas fuentes de energía como el calor desprendido por los volcanes o la radiación proveniente del Sol. Esta segunda atmósfera, al igual que la primera que tuvo la Tierra carecía de oxígeno, lo cual le daba un fuerte carácter reductor.
            El hecho de que la atmósfera secundaria fuese rica en hidrógeno y pobre en oxígeno, daba por resultado un proceso importante: en tanto que actualmente la radiación ultravioleta más energética que proviene del Sol es atrapada en las capas superiores de la atmósfera por las moléculas de ozono (O3), en ausencia del oxígeno, la atmósfera secundaria era permeada por grandes cantidades de radiación ultravioleta de origen solar. Por otra parte, también llegaban a la Tierra grandes cantidades de rayos cósmicos, que junto con la actividad eléctrica de la atmósfera, la radioactividad y el calor desprendido por los volcanes y otros procesos geológicos, constituían fuentes de energía químicamente aprovechables.
            Los procesos de enfriamento de la Tierra provocaron que el agua, que se encontraba en la atmósfera como vapor, se condensara, precipitándose en forma de lluvias torrenciales que fueron disolviendo grandes cantidades de las sales minerales de la superficie terrestre y se fueron acumulando en las oquedades formando así los primeros océanos; éstos tenían un pH de aproximadamente 8 y temperaturas cercanas a las de la ebullición del agua.
            En este ambiente, que ahora parece extraordinariamente hostil para el desarrollo y mantenimiento de los seres vivo, fue donde se iniciaron los procesos de evolución que precedieron a la aparición de la vida en la Tierra.
Puedes consultar nuestra lista de videos que se enceuntra al final, en el Anexo I
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II. EL ORIGEN DEL HOMBRE
            La evidencia fósil[10] demuestra que el Homo sapiens, la especie actual a la cual pertenecemos, existió en la misma forma que ahora, hace 50,000 años. También demuestra que en estos tiempos primitivos también vivieron varias otras especies de homínidos. Los homínidos son especies humanas o parecidas a las humanas. Estas especies de homínidos eran similares a los seres humanos modernos en algunas formas. Sin embargo, el registro fósil o muestra exactamente  cuándo y cómo evolucionó el Homo sapiens.
            Al estudiar el registro fósil de los orígenes, los paleoantropólogos enfocan su atención, principalmente, en tres características[11]:
  1. Los seres humanos son organismos bípedos. Esto es, que los seres humanos caminan erguidos en dos piernas. Por lo tanto, es necesario preguntarse, cuándo se desarrollo esta característica.
  2. Los seres humanos son inteligentes. Por la naturaleza inconmensurable, desde el punto de vista del análisis de los fósiles humanos, esta característica sólo nos la proporciona la evidencia indirecta. Por ejemplo: el uso de las herramientas y el tamaño del cráneo; no obstante se ha de tener cuidado el utilizar el tamaño del cerebro como medida de la inteligencia.
  3.  Los dientes de los seres humanos son diferentes de los de los antropoides, monos y otras especies que se creer están relacionadas con los seres humanos. Algunas diferencias son por ejemplo: dientes más pequeños y curvos en os seres humanos. Desde la paleontología el tamaño y orden de los dientes es un dato importante a la hora de identificar la especie.
           
Los homínidos
            La mayoría de los fósiles homínidos consiste en unos pocos dientes y fragmentos de huesos. Los primeros homínidos, probablemente, aparecieron en lo que hoy en día es el África del Este. El registro fósil más antiguo de un homínido data de hace aproximadamente 12 millones de años. Se encontró en las colinas de Siwalk, Pakistán. También se los ha encontrado en partes de la India, Turquía y África Oriental[12]. Era un animal cercano al hombre actual porque de los restos se ha podido ver que las muelas son como las de un grupo que incluye a los gorilas, los chimpancés, los gibones y los orangutanes. Estos son los parientes vivientes más cercanos al hombre, y han sido nombrados en conjunto como ramapitécidos[13].
            Pero, ¿qué tan cercanos son? Una característica que distingue al hombre del chimpancé y los gorilas es que un hocico (boca protuberante). De las reconstrucciones de las quijadas de los ramapitécidos se ha podido concluir que su cara, aunque no tan plana como la de los seres humanos, no era tan prominente como la de los chimpancés y los gorilas A partir de esto (que es el único elemento que podemos analizar porque no se tienen restos de otros huesos), se puede fácilmente decir que los gorilas y los chimpancés están menos relacionados al hombre que los ramapitécidos. Desgraciadamente no se sabe si estos animales andaban en dos patas o en cuatro ya que no hay restos de la pelvis y el fémur que dirían cómo caminaban. Los ramapitécidos aparecen en el registro fósil de hace aproximadamente 14 millones de años y desaparecieron hace aproximadamente ocho millones. Quizá otros animales fueron los ancestros directos de la humanidad, pero por ahora éstos son los candidatos más probables a ser los iniciadores de la historia humana[14]. 
            En los fósiles encontrados que datan de hace aproximadamente cinco millones de años encontrados en Tanzania y Etiopía. Registran la existencia del género[15] Australopithecus. La más vieja de estas especies, el Australopithecus afarensis (A. afarensis), vivió hace aproximadamente, 4 millones de años. Al esqueleto más completo de A. Afarensis le han puesto el apodo de Lucy.  Lucy era una hembra de aproximadamente 20 años de edad cuando murió. Sus dientes y mandíbulas eran más de forma antropoide que humana, su cerebro era pequeño. Sin embargo una característica la separa de los primates primitivos, Lucy (A. afarensis) era bípeda.
            La evidencia fósil nos muestra que tan sólo unos huesos pueden hacer la diferencia. Primeramente, tanto la pelvis de un ser humano y la pelvis de Lucy tienen forma de taza cóncava. Ambas están adaptadas para sostener los órganos internos. Un primate de cuatro patas, como un mandril, tiene una pelvis de forma diferente. Segundo, en todos los vertebrados hay una abertura llamada el foramen magnum, en la base del cráneo. A través de esta abertura pasa la médula espinal que está conectada con el cerebro. Un organismo bípedo carga su cráneo sobre la médula espinal. Por tanto, su foramen mágnum debe estar localizado en el fondo del cráneo, como ocurre con los seres humanos modernos y en Lucy. Al caminar, un cuadrúpedo lleva su cráneo en la parte del frente de su cuerpo y, por tanto tiene su foramen mágnum en la parte trasera del cráneo[16].
            Los investigadores han podido unir los restos fósiles de tres australopitécinos. Puede que el Australopithecus africanus, que era, aproximadamente del tamaño de Lucy, viviera desde hace más de 3 millones de años, hasta hace, más o menos, 1.5 millones de años. El Australopithecus robustus, una especie más grande que el A. africanus, vivió desde hace, aproximadamente, 2.5 millones de años hasta aproximadamente un poco más de 1 millón de años. El Australopithecus boisei, que se conoce por unos pocos fósiles incompletos, vivió hace alrededor de 2 millones de años.
            Algunos paleontólogos no están de acuerdo en que fueron cuatro especies diferentes de australopitécinos, debido a que algunos de ellos vivieron al mismo tiempo. Pongamos por caso, algunos piensan que el A. afarensis y A. africanus eran de la misma especie. Algunos más colocan al A. robustus en un género[17] separado.  De cualquier manera el A. robustus es un australopitecino, probablemente una ramificación de la evolución de los homínidos[18].
            El siguiente género es el de los homínidos fue el Homo, éste es el genero al cual pertenece el hombre actual. Los primeros integrantes de este género poseían un cerebro más grande que los australopitecinos y los dientes eran más parecidos a los seres humanos modernos. Los integrantes del género Homo son: el H. habilis, el H. erectus, el H. sapiens neardenthalensis (el llamado hombre de neardenthal) y el H. sapiens. En la lista continúan los llamados Co-Magnones. De todos ellos diremos alguna palabra.
            El primer integrante de el género Homo es el Homo habilis. Hay evidencia de que el Homo habilis usaba herramientas. Este homínido vivió hace cerca de 2 millones de años. Por lo tanto apareció cuando aún todavía vivía el A. africanus. Lo más probable es que de este género descendieron de los australopitécinos o tal vez evolucionaron de otro antecesor[19].
            Se encontró en la barranca de Olduvai, en África Oriental un cráneo fosilizado de hace aproximadamente 1 750 000 años. Perteneció a un homínido que caminaba erguido y que tenía un cerebro de 800 cm3 para sus 40 kilos de peso. Esto significa que comparado con los australopitécinos este homínido tenía dos veces más de capacidad craneana (el hombre actual tiene un cerebro bastante mayor, de aproximadamente 1 350 cm3, que para los 60-70 kilos de peso promedio es también el doble que el de los australopitécinos). En 1972 se descubrieron otros restos de estos homínidos en el lago Turkana, África, y se comprobó en forma definitiva que el tamaño del cerebro constituía la mayor diferencia con los australopitécinos. Además de restos de huesos, en esos lugares también se han encontrado pedazos de las herramientas que construyeron estos homínidos, que, aunque de tamaño pequeño, demuestran que tenían un cerebro relativamente grande. Es por esto que se les ha llamado Homo habilis, siendo, además, de los primeros homínidos que aparecieron en el registro fósil a los que ya se les puede llamar hombres[20].
            La paleontología da el nombre de Homo erectus a los restos fósiles de homínidos que tienen edad entre los 1.5 a 0.5 millones de años. Esta especie es el homínido más primitivo encontrado fuera de África, se ha encontrado evidencia fósil incluso en China. El tamaño de su cerebro variaba en el volumen entre 800 cm3 y hasta 1300 cm3. Los más grandes eran más o menos del promedio del cerebro del hombre moderno: de unos 1400 cm3.
            El descubrimiento del H. erectus lo llevó a cabo en Java un investigador Holandés llamado E. Dubois en 1891. En ese entonces se le llamó Pitecanthropus (hombre-mono) erectus y muy pocas personas creyeron en la validez de ese descubrimiento. Se argumentaba que lo más probable es que fueran restos de un hombre enfermo y con deformaciones[21].
            Junto a los restos fósiles del H. erectus, hay restos hogueras. El uso controlado del fuego es una indicación cierta inteligencia. Además del control del fuego, el H. erectus fabricaba hachas de piedra y otros elementos.
            Los restos de H. erectus se han encontrado dentro de sedimentos de entre 800,000 y 300,000 años. Los lugares donde se les ha hallado incluyen sobre todo Asia (China), África (Argelia, Tanzania y Sudáfrica) y Europa (Checoslovaquia y Hungría). De éstos sólo en Hungría y en China se han encontrado restos que comprueban que ya usaba el fuego[22].
            El tamaño del cráneo de H. erectus, aunque grande (aproximadamente 1,000 cm3) no es tan grande como el del hombre actual. El uso del fuego le permitió sobrevivir en zonas en las que antes no se podía vivir por las bajas temperaturas. Esto amplió el área de distribución con respecto a la que tenían los australopitécinos o a los H. habilis[23].

            No hay evidencia que demuestre qué le ocurrió, finalmente, unos fósiles de aproximadamente 500,000 años son la evidencia del H. erectus. En algún momento, entre ese tiempo y hace 100,000 años, apareció una nueva especie llamada Homo Sapiens neardenthaesis  (los Neardenthales), que se extendieron por el Medio Oriente, África del Norte, Asía Central y Europa.
            Los Neardenthaes se clasifican como una variedad del Homo Sapiens y tienen muchas semejanzas con el hombre actual. El Neardenthal se paraba erecto y usaban herramientas sencillas de piedra. Por el clima en que vivían, es seguro que utilizaban ropa, probablemente hecha de las pieles de animales. Los Neardenthales eran también diferentes a los humanos modernos es: un cerebro un poco más grande que el nuestro y tenían cráneos gruesos con la frente bien baja. Estos Neardenthales recogían alimentos vegetales y cazaban. Vivían en cuevas en familias y hay evidencia de que enterraban a sus muertos[24].
            El Neardenthal se extinguió hace, aproximadamente, 35,000 años, poco después de la primera aparición de los seres humanos modernos. Las dos especies peden haber coexistido durante varios miles de años. No obstante, por alguna razón se extinguieron.
            A medida de la desaparición de los neardentales, fueron suplantados por un grupo conocido como los Cro-Magnones. Este grupo de Homo Sapiens no puede distinguirse físicamente del hombre actual. Los Cro-Magnones eran cazadores-recogedores y hacían una variedad de herramientas de piedra. En las cuevas donde vivían, producían obras de arte representando a los animales que cazaban.
            La evidencia fósil sugiere que los seres humanos se desarrollaron de antecesores primates primitivos. No obstante, no se conoce el paso exacto desde estos antecesores hasta los seres humanos de nuestro presente.
            Los pasos en el descubrimiento de la evidencia fósil no termina aún. En junio de 2003 se dio a conocer que en el valle árido a unos 230 Km. al noreste de Adis Abeba, capital de Etiopía, fueron encontrados los restos de tres cráneos, dos de hombres adultos y otros de un niño de seis o siete años. La relevancia de este descubrimiento es que ha venido a cubrir parcialmente, un hueco en la historia evolutiva de nuestra especie, ya que la antigüedad de los restos se calcula en 160 mil años, lo que lo hace 60 mil años más viejos que los fósiles de Homo Sapiens más antiguos conocidos hasta ahora y encontrados en Etiopía, Sudáfrica e Israel.
            Bajo la dirección del paleontólogo Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, los cráneos fueron catalogados como una subespecie, a la que llamaron Homo sapiens idaltu. En palabras del paleontólogo Chris Stringer, estos restos son uno de los descubrimientos más significativos hasta ahora encontrados[25].
            ¿Existe alguna evidencia de relaciones entre el ser humano y los primates? Nadie lo sabe con certeza debido a que el registro fósil es escaso. Recientemente los genetistas han encontrado un método que podría establecer el nivel de relación, entre el ser humano y los primates existentes.
            El método consiste en encontrar el orden exacto de los aminoácidos que componen una proteína. Debido a que las células construyen sus proteínas bajo el control del ADN, la sucesión de aminoácidos es una clave para el orden de las bases en el ADN. Los estudios en genética han encontrado que a medida que las que las especies evolucionan de un antecesor común, su ADN se va haciendo diferente a un ritmo estable; es decir, que las diferencias aumentan a medida que pasa en tiempo. De tal manera que los cambios en el ADN sirven como reloj genético[26].
            De comprobarse la evidencia, entonces bastaría con medir la diferencia entre proteínas similares en dos especies relacionadas. El resultado sería una clave del tiempo transcurrido desde que ellas se diversificaron de un antecesor común hace solamente varios millones de años.
            Se han realizado estudios a especies existentes, por ejemplo: los caballos, burros y cebras probablemente evolucionaron de una especie ancestral común. El llamado ‘reloj genético’ ha probado ser bastante correcto para todos los seres vivientes cuyas proteínas se han estudiado en detalle y cuya historia evolutiva se conoce bien. Por eso los especialistas aplicaron este mismo método a algunos primates. Los resultados obtenidos son; las proteínas de los seres humanos son más parecidas a las de los gorilas y chimpancés que a alas de cualquier otro primate existente. Además de esto, la diferencia entre las proteínas de un chimpancé y de un mono son iguales a las que hay entre las de un ser humano y un mono. Los biólogos calcularon el tiempo usando como patrón de medida las diferencias en proteínas de otros organismos. Si la razón del reloj genético ha sido determinada correctamente, los homínidos y los antropoides pueden haberse separado de una antecesor común hace unos 5 millones de años. Sin embargo, algunos científicos piensan que esta separación puedo haber ocurrido mucho antes.
¡Hijo, descendemos del mono!
            Aunque es muy común pensar y decir que descendemos del mono, la verdad es que la palabra ‘mono’ no es un término válido para las ciencias de la naturaleza, pues no tiene una solidez taxonómica, ya que puede abarcar a distintos animales según quien emite esa categoría. Veremos ahora la clasificación taxonómica específica del hombre, el Homo Sapiens.
  • Reino: Animalia (el hombre es un animal)
  • Filo: Chordata (los embriones poseen un cordón dorsal, que en el caso del hombre dará origen a la columna, al igual que perros, ballenas y aves)
  • Clase: Mammalia (el hombre es un mamífero)
  • Orden: Primates (el hombre es un primate)
  • Familia: Hominidae (el hombre es un primate hominoideos, es decir, ‘monos’ sin cola, al igual que chimpancés y orangutanes)
  • Género: Homo (los chimpancés no pertenecen a este género)
  • Especie: Homo sapiens
            Por visto anteriormente, decir que el hombre desciende del mono resulta engañoso, ya que da a pensar que desciende de los monos actuales (chimpancés, gorilas, etc.). Lo cual resulta absolutamente falso. Lo que en realidad ocurre, es que los seres humanos comparten un ancestro común con los grandes simios. Eso significa que, en el caso del hombre actual y los chimpancés, hubo un animal que vivió hace unos 6 millones de años, el cual dio origen a 2 ramas. Una de las cuales nos originó al hombre moderno. Por lo tanto, los chimpancés, mas que abuelos serían primos del Homo Sapiens. Pero lo que es cierto es que son los animales con los que se tiene más en común en este planeta (el 98 o 99% de similitud genética). De esta manera, la evolución no funciona como una escalera, sino como un árbol en donde las puntas de las ramas son los animales modernos (a medida que se recorre el árbol hacia arriba, el tiempo va transcurriendo y donde las ramas se dividen, se grafica la divergencia de especies). Esto se conoce como árbol filogenético.
            Por lo tanto, prácticamente si hay una relación evolutiva con ciertos primates que ya dejaron de existir, y que dieron paso a la diversidad de grandes simios de hoy en día. Por eso, si algún niño va al zoológico y ve a un chimpancé, no permitas que te digan que es nuestro antepasado. Pero tampoco lo mires en menos, ya que tenemos mucho más en común de lo que podríamos pensar.
Teoría de Eva[27]
            Los ancestros de los seres humanos modernos vinieron de diversas regiones del mundo y no sólo de un área restringida –como plantea la teoría de Eva- según investigaciones del antropólogo Milford H. Wolpoff y sus colegas. De acuerdo con la Teoría de Eva todos los seres humanos actuales descienden exclusivamente de un pequeño grupo, probablemente africano, que surgió hace unos 100,000 años. Esta teoría implica que todos los otros grupos humanos primitivos, anteriores o de esta misma época, se extinguieron.
            Para la investigación  Wolpoff y Keith Hunley, de la Universidad de Michigan, John Wawks, de la Universidad de Utha, y David Frayer, de la Universidad de Kansas, examinaron los cráneos fósiles de algunos de los primeros seres humanos encontrados en Australia y Europa Central. Los investigadores estudiaron los cráneos fósiles encontrados en la cueva Mladec de la República Checa y en la región de los lagos de Willandra del sureste de Australia, cuya antigüedad en de 20,000 a 30,000 años, y los compararon con dos grupos distintos: con cráneos fósiles y con otros hallazgos en África, los cuales deberían ser sus ancestros únicos. En cada caso, realizaron un análisis minucioso de las diferencias y similitudes encontradas.
            Su conclusión fue que los cráneos de Mladec y de Australia poseen características muy distintas a las de las poblaciones africanas y muchas similitudes con los fósiles de esas mismas regiones.
            Estos hallazgos son la última evidencia en controversia científica acerca del origen del Homo sapiens. Según Wolpoff, «Los resultados apoyan la teoría de una evolución multirregional. Los seres humanos modernos somos una manifestación de varias poblaciones conectadas por un flujo de genético y por el intercambio de ideas».
Nota sobre la evolución cultural
            Desde el punto de vista físico el hombre se distinguen del resto de los animales, eso es innegable.  Pero hay otras características que no pueden concluirse de los restos fósiles y que también lo distinguen de otros animales. Estas características han hecho que el hombre se libere de las presiones del ambiente y por ello de la evolución biológica. La primera de éstas es el uso de símbolos que ayudan al hombre a comunicarse con sus semejantes; la segunda: es la capacidad  de imaginar situaciones hipotéticas, de pensar en las diferentes alternativas de un fenómeno determinado, o en otras palabras, de modificar nuestro destino. La tercera es una herencia de las costumbres que tenía el H. habilis, o sea la aptitud que ha tenido nuestra cultura de desarrollar tecnologías para modificar el ambiente que la rodea: la elaboración de medios de transporte, de máquinas para hacer bienes de consumo, para transmitir y procesar información, para cambiar la temperatura del ambiente en el que se desarrolla el hombre etc. Ya no es sólo el producir herramientas para mejorar la alimentación sino para aumentar el nivel de vida en general. La última característica consiste en la capacidad de recordar y sintetizar los sucesos que han ocurrido en el pasado para planear el futuro. Esta capacidad de evaluación y planeación que ayudó tanto a los cazadores, se usa en la actualidad para llevar a cabo una gran cantidad de actividades[28].
            El hombre moderno es junto con el hombre de Neandertal el homínido que tiene el mayor tamaño de cráneo. Su aumento, de hecho, se ha venido dando desde hace tres millones de años. Hay periodos de tiempo que, aunque cortos, permitieron un aumento considerable del cráneo. Por ejemplo, el Australopithecus afarensis tenía alrededor de 350 cm3 de capacidad craneana, mientras que entre el H. erectus y el H. sapiens (500 mil años) aumenta de 850 cm3 a 1 300-1 500 cm3. Esto significó que ciertas zonas del cerebro aumentaron su número de células incrementando seguramente su capacidad para imaginar situaciones o unir eventos que ocurrieron en distintos momentos, así como para planear acciones para el futuro. ¿De qué manera entonces el aumento del cerebro amplió la adaptación de estos homínidos? Hay muchas opiniones al respecto, el Dr. Piñero menciona cuatro de ellas.
La primera consiste en que implicó el hecho de comunicarse para planear la actividad de caza, ya que, además de unir los esfuerzos de varios individuos en un grupo, el tener una estrategia basada en la habilidad de cada uno de hacer evaluaciones de otros eventos de la cacería facilitaba la obtención de presas. La segunda ventaja pudo haber tenido relevancia en cuanto a la capacidad para estar continuamente alerta como grupo. El tener vigías durante la noche facilitó la defensa de posibles enemigos. La tercera se supone que tuvo relación con la capacidad para jugar con los pequeños y entrenarlos en técnicas para hacerlos mejores cazadores. Estos dos factores ciertamente no son únicos del hombre, de hecho otros animales también llevan a cabo este tipo de actividades, pero lo que los hace diferentes es que estos carecen del lenguaje que les da una dimensión distinta de su importancia. Más aún, el poder entrenar a los pequeños usando el lenguaje facilita el aprendizaje y amplía sus habilidades. Por último, facilitó el poder incrementar el tamaño del grupo social, con la correspondiente obtención de recursos suficientes para todos. Mantener a un grupo social grande, de más de 30 individuos digamos, requiere de una organización y una división del trabajo que va más allá de conductas sociales sencillas: exige de la planeación y el análisis de diversas estrategias que mantengan la cohesión del grupo[29].

            Lo que significa que de alguna manera el aumento en el tamaño del cerebro incrementó la adaptación de los grupos de homínidos al ambiente, pero esto es una regla general. El hombre de Neandertal (Homo sapiens neandertalensis) construyó herramientas mucho menos complejas que el de Cro-Magnón (Homo sapiens sapiens) a pesar de tener una capacidad craneana entre 10 y 20 por ciento mayor. Esto supone entonces que el aumento físico del cráneo no es lo único que incrementa la adaptación[30].
            Hoy en día el hombre ya no se adapta a su ambiente por medio de la evolución biológica sino por medio de la llamada evolución cultural: para sobrevivir ya no son importantes las características biológicas sino más bien las culturales. Se ha concebido hasta ahora a la evolución biológica como la modificación de la estructura genética en las especies: en la molécula de la herencia, el ácido desoxirribonucleico (ADN), se acumulan todos los cambios que modifican una especie y la transforman en otra. En la evolución cultural el proceso de acumulación de información se lleva a cabo en aquellos aspectos que componen la cultura: las artes, la ciencia y la tecnología. En ellas se acumula el conocimiento y las experiencias que el hombre ha ido obteniendo a través del tiempo. Así, esta cultura ya no se transmite de generación en generación por medio del código genético sino de libros, pinturas y todos aquellos medios de acumulación de información que poseemos[31].

Puedes consultar nuestra lista de videos que se enceuntra al final, en el Anexo I

ESCUCHAR CONFERENCIAS MAGISTRALES UPM:

III. EVOLUCIONISMO: CIENCIA E IDEOLOGÍA[32]
            El evolucionismo suele ir acompañado por discusiones ideológicas. Sucedió desde el siglo XIX.  Existen polémicas sobre todo en EUA, entre creacionistas, que pretenden extraer la ciencia de la pura Biblia y evolucionistas que pretenden extraer de la evolución conclusiones materialistas antirreligiosas. Debemos aprender que ciencia, filosofía y religión responden a perspectivas diferentes y complementarias.  Veamos algunos usos ideológicos que todavía se dan en nuestro tiempo.
Cómo crear el mundo

            Los antiguos dijeron que de la nada no sale nada, en la modernidad se dijo que la materia no se crea ni se destruye, sino que  se transforma. Paul Davies  exponía que el cosmos surge de la nada. Peter Atkins reconocía la posibilidad de una auto-creación del universo.
            La presunta autocreación del universo seria una creación de la nada, pero sin Dios creador, la idea parece absurda, porque si no existía ni Dios entonces nunca hubiera existido nada.
Evolucionismo y racionalidad
            El evolucionismo biológico sigue siendo utilizado como arma para defender filosofías materialistas o gnósticas que no tienen nada que ver con la ciencia. En esta línea, se cuenta que Engels escribe a Marx: “el Darwin que estoy ahora leyendo es magnifico. La teología todavía no estaba destruida en ninguna de sus partes. Y ahora acaba de ocurrir”. En realidad, la teoría científica de la evolución no tiene porque chocar con la afirmación de dimensiones espirituales del ser humano. La evolución no choca con la acción divina sobre el mundo. Y quien admite la acción divina no tiene porqué negar la existencia ni la eficacia de la selección natural.
La peligrosa idea de Darwin

            Daniel Dennett, filósofo uno de los mas apasionados defensores del darwinismo como ideología que dejara fuera a la religión. En su libro  la peligrosa idea de Darwin  sostiene que el darwinismo es como un ácido que corroe todas las ciencias religiosas. Daniel llega a decir que el poder del ácido es tal que muestra cómo incluso las leyes de la física pueden emerger desde el caos o la nada sin recurrir a un Creador Especial, y ni siquiera a un legislador.
            Como podemos ver  existe el peligro de reacciones desenfocadas, algunos piensan que la culpa es de la ciencia, o del evolucionismo, o del darwinismo, y se creen en el deber de combatirlos. Así se crean reacciones desenfocadas que tienen razón en rechazar ideas materialistas o naturalistas de tipo seudocientífico, pero proponen alternativas que se van al otro extremo. Por eso es importante defender la autonomía  de la ciencia en su propio ámbito, delimitando que es verdaderamente ciencia y qué  es, en cambio ideología que abusa de la ciencia.

LA EVOLUCIÓN DEL EVOLUCIONISMO

Muchas críticas contra ideologías seudocientíficas de tipo materialista o naturalista intentan mostrar  que el evolucionismo tiene huecos o fallos como teoría científica. Este punto de vista es peligroso si lo que se pretende es clarificar las cosas desde el pie de la filosofía o teología.
El evolucionismo antes de Darwin
La idea de evolución ya se encontraba en el pensamiento griego, Aristóteles le dedica cierto espacio, en el libro segundo de la física: el mundo de tendencias, que tiende por todas partes hacia una perfección, hacia la potencialización de las cualidades.
Empédocles sostenía que en los vivientes se produce todo tipo de variaciones, incluso terneros con rostro humano, pero solo sobreviven los que se adaptan a las circunstancias. La naturaleza no actúa por un fin, sino por necesidad.
            A lo largo de los siglos siguieron existiendo ideas evolucionistas. Por ejemplo la que fue sostenida por Erasmus Darwin abuelo de Charles Darwin. Que le llamaron las “homologías” o similitudes entre organismos de distintas especies, así como los fósiles y especuló sobre las posibles causas de la evolución, pero no fue sistemático.
            El  evolucionista más famoso fue Lamarck  que formuló una explicación de la evolución mediante la herencia de los caracteres adquiridos. El ejemplo típico es el cuello de las jirafas, que por alcanzar el alimento alto estiran sus cuellos y termina por crecerles, esto lo trasmiten por herencia, aunque esto en la actualidad no se acepta pues se sabe que los genes tienen su propia independencia.  
Darwin (1809-1882)  realizó su famoso viaje de exploración durante cinco años por América del Sur. Defiende que las especies provienen de otras más primitivas y propone un mecanismo para explicar: la selección natural. Sostiene que  en la lucha por la vida sobreviven los mejor adaptados a las circunstancias, postula las variaciones genéticas heredables. La evolución de una especie a otra sería el resultado de la acumulación gradual de muchas variaciones pequeñas, el gradualismo es un aspecto importante del darwinismo. Darwin en su libro El origen del hombre,  publicada en 1871 afirmaba que  las diferencias entre las cualidades humanas y las de los animales superiores son sólo de grado, lo cual chocaban también con las ideas filosóficas y teológicas tradicionales. Algunos de los principales seguidores de Darwin no facilitaron la conciliación del darwinismo y religión.
La teoría sintética o neo-darwinismo
            Se funde el darwinismo, la genética y la ciencia del desarrollo de la embriología, se pueden mencionar tres autores: Theodosius Dobzhansky (1900-1975) que hizo estudio genéticos sobre la mosca en el vinagre. George Gaylord Simpson (1902-1984) paleontólogo estadounidense, estudió la evolución de los mamíferos, aplicando la genética de poblaciones. Ernst Mayr (1904) alemán, insistió en la importancia del aislamiento geográfico para la evolución.
Darwinismo corregido
            Aparece el “saltacionismo” que  afirma que hay largas épocas sin cambios notables seguidos, solo hay saltos bruscos que no resultado de acumulación progresiva de pequeños cambios.
Los tres pilares del Darwinismo
           
a)      la agencia: responde a la pregunta ¿cuál es el sujeto de la selección natural? Los organismos naturales que luchan por la supervivencia
b)      la eficacia: responde a la pregunta ¿es la selección natural una causa verdadera y positiva de la evolución? Un gen regulador controla la expresión de todo un conjunto de otros genes, de tal manera que una variación en este gen puede afectar a veces de modo drástico, la producción de una nueva característica.
c)      El alcance: ¿es posible que una acumulación de pequeños cambios, que responde a lo que suele denominarse “microevolución”? según Gould la respuesta esa afirmativa, pero no da cuenta de la riqueza de caminos que hay en la evolución. Hay que añadir nuevos modos de evolución, como el “equilibrio puntuado”

Evolucionismo y paleontología
            Los dos datos más sonados como demostrativos de la evolución ha sido el caballo y el arqueopterix presunto intermedio entre   las aves y los reptiles, estos caracteres se pueden encontrar en diversos tipos de aves. Las dificultades son que los fósiles faltan en todos los sitios importantes como para poner una cuestión fuera de duda.
Nuestra ignorancia es tal que ni siquiera osamos asignar un tronco ancestral. La ausencia de registros concernientes a las grandes jornadas de evolución, crea una sombra sobre la génesis de los tipos fundamentales de organización, y nosotros no sabemos disiparla (Grasse).

ANEXO I
LISTA DE VIDEOS

















[1] Mariano Artigas, Las fronteras del evolucionismo, Eunsa, Navarra 2004, 19
[2] John Polkinghorne, Ciencia y Teología. Una introducción, Sal terrae, Santander 1998, 57-58
[3] Cf. A.H. Guth, P.J. Steinhard, «el universo inflacionario», en Investigación y ciencia, No. 64 (1984), 66-79.
[4] Antonio Lazcano Araujo, El origen de la vida, Trillas, México 2010, 15-17

[5] Antonio Lazcano Araujo, op.cit., 20-21.
[6] Antonio Lazcano Araujo, op.cit., 23-24.
[7] Antonio Lazcano Araujo, op.cit., 25-26.
[8] Antonio Lazcano Araujo, op.cit., 26.
[9] Antonio Lazcano Araujo, op.cit., 39-41.
[10] La Paleoantropología es el estudio de los fósiles humanos y prehumanos. Esta palabra se compone de paleontología, que es el estudio de la vida pasada, y antropología, el estudio de los seres humanos y de las sociedades humanas.
[11] Cfr. Peter Alexander – Mary Bahret, et. al., Bilogía, Prentice Hall, New Jersey 1992, 163.
[12] Daniel Piñero, De las bacterias al hombre: Evolución, La ciencia para todos, FCE, México 20023, 94.
[13] Ibídem.
[14] Cfr. Ibidem.
[15] Un género es un grupo de especies relacionadas. Los organismos del género Australopithecus se llaman australopitécinos.
[16] Peter Alexander – Mary Bahret, et. al., op.cit., 163.
[17] Género: grupo de especies estrechamente relacionadas.
[18] Cfr. Peter Alexander – Mary Bahret, et. al., op.cit., 164.
[19] Ibidem.
[20] Cfr. Daniel Piñero, op.cit., 98.
[21] Cfr. Ibidem., 99-100.
[22] Ibidem. 101.
[23] Ibidem.
[24] Cfr. Peter Alexander – Mary Bahret, et. al., op.cit., 165.
[25] Ráfagas, «Nuestra cara en un espejo de 160 mil años» en ¿Cómo ves? 57 Revista de divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, (2003), 6.
[26] Cfr. Peter Alexander – Mary Bahret, et. al., op.cit., 165. 167-168.
[27] Ráfagas, «Teoría de Eva rechazada», en ¿Cómo vez? 28 Revista de divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, (2001) 5-6.
[28] Daniel Piñero, op.cit., 107.
[29] Ibidem. 107-109.
[30] Ibidem. 109.
[31] Ibidem.109-111.
[32] Cfr. Mariano Artigas, Las fronteras del evolucionismo, EUNSA, Navarra 2004, 69-84.