Espacio de Ciro






















FUI A ENTERRAR A JESUCRISTO Y SE SALIÓ EL BECERRO


Practicamos tantas cosas que creemos conocer, tan solo por haber escuchado decir a otros, pero que pocos se han tomado la molestia de buscar más a fondo, muchas veces estamos acostumbrados a «comernos lo que nos sirven»; el hombre se deja llevar por el frenesí de la vida, la exterioridad de vivir, querer las cosas sin esfuerzo, sin responsabilidad, sin respeto y a costa de los demás.

Poco a poco el hombre va perdiendo el sentido de su existencia en la maraña de lo falso. Entonces el hombre falso buscará un dios falso; el hombre que se complace buscara un dios alcahuete y complaciente; el hombre acosado buscará un dios inmediato que lo defienda cambiando los papeles, en vez de ser el hombre imagen de Dios ordenador sin errores, se hará un dios a mi imagen, le ordeno aunque yo caiga en errores y como vulgarmente de dice «el que no conoce a Dios, a cualquier mono se le hinca», pidiéndole toda clase de caprichos buscando obtener una repuesta mágica a sus necesidades, también están los que lo utilizan para justificar su maldad.

Un ejemplo de estos «diositos» es el que llaman «la santa muerte» nacida gracias a la creatividad ingenua de unos, pero también de la creatividad abusadora de otros.

Homero Aridjis acerca de la plurifuncionalidad de «la santa muerte» destaca que en su novela se propuso evidenciar los dos méxicos que concurren ante ella: el de la gente que pide favores o milagros para tener trabajo, salud o comida; y el de los hombres de poder económico, político o criminal, quienes curiosamente le solicitan venganzas o muertes.

Algunos dicen que desde antiguo se da culto a la muerte y por eso afirman que si existe, claro está que se pensaba en la muerte pero como acontecimiento, desde hace buen tiempo en nuestras culturas cercanas por ejemplo algunos pueblos mesoamericanos guardaban las osamentas de algunos antepasados pero sabían bien que era el cuerpo de Panchito, Anita o Juanita. Veían la muerte como acontecimiento, no como un ser necesario. Los Mexicas tenían a Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del mictlan la región de los muertos pero no eran dioses muertos, pues aún estas deidades se les consideraban vivos.

¿Será lo mismo el dios muerte, que el dios de la muerte? Si está muerto ya no sería dios, en cambio cuando se habla del Dios de la muerte entonces quiere decir que es un Dios que tiene poder sobre vivos y muertos, del que habla el Evangelista San Juan: «Gritó con fuerte voz : ¡Lázaro, sal fuera! Y salió el muerto» (Jn 11,43). En fin quiero aclarar que la muerte no existe como algo real, es solo un fenómeno natural, como el nacer, no existe alguien que se llame nacer, sino alguien que nació, no existe una muerte sino alguien que murió. La muerte es solo un transito; por ejemplo hay unos pies que dan pasos, no puedes tomar un paso en tus manos y decir este es un paso, mas bien estos son unos pies y al hecho de caminar se le llaman pasos, si los pies no se mueven no hay pasos. O decir este es un pie que da una patada pero no puedes decir: «esto es una patada envuélvamela, me la llevo». Así es la muerte, es el pasar de un estado a otro. Entonces verás un hombre muerto, un esqueleto pero eso no es la muerte; ningún esqueleto tiene poder para actuar, de lo contrario, todos los cementerios estarán llenos de esqueletos que se saldrían de sus tumbas para hacer sus cosas. En cambio, sí existe el Dios de la vida: «Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: No lloréis, no ha muerto está dormida. Y se burlaban de é, pues sabían que estaba muerta. Él tomándola de la mano, dijo e voz alta: niña levántate. Retornó el espíritu a ella y, al punto, se levantó, y él mandó que le dieran de comer.» (Lc, 8, 52-55).

Además un Santo te da un ejemplo de vida, la gente se identifica con quien superó luchas, sufrimientos y tragedias. Si hablamos de la huesuda ¡qué ejemplo de vida me da si no existe! La “la santa muerte no es nadie.

Comenta la señora Enriqueta Romero Romero, feligrés de la sana muerte «a la muerte no le importa la índole social o laboral de sus fieles porque todos nacemos con algo chueco». Entonces se desplaza a Dios pues no es capaz de crear algo bueno. ¿Será culpable Dios de que estemos chuecos o el hombre ha sido el obrero de sus obstáculos? Como ese líder espiritual que cambia de parecer ante las conveniencias propias y busca un nuevo «idolillo» que tenga novedad y que además conquiste ganancias. Como lo hizo David Romo, antes militar, ahora líder en México de la iglesia tradicional México-USA, que registró un objeto de culto y al dejar de gustarle cambió de culto y ahora promueve la santa muerte. Si el guía no está seguro de lo que sigue ¿Cómo podrá llevar a sus ovejas por buen camino?

Cuando se pierde el sentido y el rumbo del caminar el hombre se encuentra en la revoltura de la confusión y del dolor; y en la soledad busca un refugio inmediato; busca elegir un bien inmediato aunque no siempre elige bien.

Cuando falta el verdadero pastor las ovejas se confunden: «cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió todo el pueblo en torno a Aarón y le dijeron: ‘anda haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos que ha sido de moisés…’ Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro, hizo un molde y fundió un becerro. Erigieron un altar ante el becerro… luego se sentó el pueblo a comer y beber, después se levantaron para divertirse… vio Moisés al pueblo desenfrenado pues Aarón había le había permitido entregarse a la idolatría…» (Cfr. Ex 32, 1-26)

Muchos se han perdido en esta serie de confusiones pero ¿qué tanto será culpable nuestra gente? Pastores ¿qué tanto se ha dado a conocer el verdadero Dios por quien se vive? O es el típico asalariado que no le importan si las ovejas se mueren, «al fin que no son mías».

Descubramos al verdadero Dios. Dios busca porque quiere encontrar, nosotros no lo encontramos porque no queremos buscar. Creemos en un dios que nos saca de nuestra historia y de nuestras responsabilidades… el ídolo diabólico, en el que se apoyan los que pretenden que Dios no intervenga en las cosas del hombre, en ello están interesados los dominadores, los tiranos, los flojos y solitarios que quieren manejar el sentido de la vida a como mejor les plazca. A esa clase de gente le viene en bien el dios que mira con desagrado a sus hijos cuando estos se ocupan del gozo de lo terrenal. «Que la Iglesia se ocupe de las cosas del cielo, que yo me ocupare de los asuntos de la tierra» decía Hitler.

La buena noticia para mi pueblo es que, Jesucristo no es una figura mítica esquelética, sino Dios mismo que ha aceptado definitivamente al mundo, a cada persona con su historia, pues muchas de las veces de ahí viene el desencanto, más o menos colectivo, cuando la gente se inquieta y se siente amenazada e insegura, dando lugar al pesimismo más radical. Es imposible que a Dios se le escape la historia de sus manos; todo lo contrario: as través de miserias, penalidades, entre progresos y contradicciones, sabemos que dios dirige esta historia nuestra. Sin embargo nos hemos dado a la tarea de enterrar a Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre en el olvido, y con las más negras de nuestras intenciones, tomando la opción de dejar salir nuestros becerros de oro a nuestra conveniencia y a la medida de nuestro placer. Hemos olvidado que Jesucristo a dicho: «Yo soy el camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6)

Ciro De la Rosa